La Hepatitis C se diagnostica con una prueba de sangre para identificar la presencia de anticuerpos contra el virus. De ser positiva, se debe hacer un segundo examen para confirmar si la infección es crónica y la necesidad del tratamiento.

El diagnóstico oportuno salva vidas y previene un daño irreversible sobre el hígado. Recuerda que puedes acercarte al centro de testeo más cercano o solicitar la prueba con tu médico general, familiar o un especialista como un hepatólogo, gastroenterólogo, infectólogo o internista.